30.5.12

HISTORIAS. Noja (parte 1).



Me imagino que si hiciese un repaso al historial del blog, este mes de mayo sería, desde su creación, el mes con menor número de entradas. Y no es que no tenga cosas que contar.

Durante las últimas semanas se me han acumulado un montón de compromisos y colaboraciones que apenas me han dejado tiempo para hacer actualizaciones. Y creo que junio va a ser un poco igual. 

Este fin de semana tocó viaje. Si el año pasado hice la transcantábrica aérea, en éste tocó la transcantábrica por carretera, en concreto hasta la playa de Noja. Un recorrido desde Ferrol que, desde un poco antes de adentrarte en Asturias, se convierte en un rápido repaso de las playas que han marcado el pasado y el presente del surf en el norte de España. Desde la autopista dio sólo para leer los carteles y de reojo ver alguna a lo lejos, pero de las pocas en las que paramos, uno llega a la conclusión que el viaje merece un planteamiento más pausado y con más paradas. Pero en otra ocasión será. Desafortunadamente no hubo olas, por lo que la tabla casi no salió del coche.





22.5.12

25 años. Parte 3.



Esta es una gran semana para el Océano Surf Club, y creo que también para el surf gallego. Hace unos días, la Secretaría Xeral para el Deporte de la Xunta de Galicia ha decidido otorgar al Océano Surf Club la Distinción al Mérito Deportivo de Galicia por su implicación en el desarrollo del deporte en nuestra comunidad.

Las Distinciones al Mérito Deportivo se crearon en el año 2010 con el objeto de reconocer la labor, ya sea personal o colectiva, en el ámbito deportivo y de la educación física, de personas o instituciones que han contribuido o contribuyen al crecimiento del deporte en nuestra comunidad autónoma.

Con la distinción se reconoce la actitud pionera del club, y el importante impulso que en el año 1987 le dieron al surf como deporte, Vicente Irisarri, Carlos Bremón, Gonzalo Barro, Maria del Carmen Aguilar, Fernando Gómez, y otros, al crear el primer club de surf de Galicia, y organizar a los pocos meses, y durante los 20 años siguientes, el Pantín Classic, prueba del circuito mundial de surf que, en este año 2012, celebra su 25ª edición. 

Tal y como me comentó Clyde Martin siempre es una gran noticia que el surf gallego reciba premios de este tipo, ya que los mismos suponen un reconocimiento a la labor que desde hace muchos años vienen realizando clubes y federación. Y desde el club queremos no sólo reconocer la labor de quienes lo fundaron e impulsaron en aquellos primeros años, sino a todos aquellos, que durante estos 25 años han colaborado desinteresadamente por el desarrollo del surf en Galicia. La distinción es para todos.








1.-Vista desde el outeiro
2.-Gusse Nuñez y Jorge Imbert
3.-Parking
4.-Remontando
5.-Dave Malherbe
6.-Izquierda
7.-Público en las rocas

Todas las fotografías de Rodrigo Ramos Ardá tomadas en 1990 durante la 3ª edición del campeonato.

17.5.12

HISTORIAS. Don Lurio.


Se dice que quienes aún disfrutan de un surf con poca gente en el agua, son quienes pueden experimentarlo de un modo más puro. 

Coger olas no es sólo pasarlo bien uno mismo, sino que buena parte del disfrute está en ver a los demás surfear. Tal vez hace años este sentimiento fuese más común. El que aún estuviesen muchas cosas por descubrir tal vez era fundamental en ello. Y es el que sentimiento de compartir, por lo que me han contado, estaba aún muy presente en el agua. No sólo se compartían las tablas. También las olas. Y de ahí nacieron maniobras como el Don Lurio.

Con ese nombre, tomado de un conocido bailarín italiano de las década de los setenta, era como se llamaba a la ola en la que dos surfistas, tras cogerla simultaneamente, se iban cruzando por su pared a la vez que trazaban giros, sucediéndose en el escape. Posiblemente en otros lugares esta acción tuviese otro nombre. Pero en la playa de Patos, Nicolás Pita, Ángeles Vega y los hermanos Montenegro e Irisarri le dieron nombre de bailarín italiano. 

14.5.12

NAUFRAGIOS. El Magneta.



17:00 horas. Llevamos ya cinco días de navegación desde que partimos de Londres a bordo del Magneta. Cinco días de mar complicada en los que no hemos podido disfrutar mucho de la travesía. Al mal estado de la mar hemos de sumar los continuos problemas que, desde hace 12 horas, nos está dando el maldito motor del barco, que nos ha dejado sin máquina ya en varias ocasiones. Menos mal que el Jefe es un tipo hábil, porque sino lo habríamos pasado bastante peor.

19:00 horas. Hace ya 15 minutos que volvemos a estar sin máquina. El Capitán ha aproado el barco al temporal, pero el viento y las corrientes nos empujan hacia la costa. Desde donde nos encontramos vemos un faro, que por su señal debe ser la luz de Cabo Prior, a unas 50 millas de Cabo Finisterre.

20:00 horas. Es noche cerrada, y el Jefe de Máquinas y sus mecánicos no son capaces de arreglar la avería. La verdad es que tenemos pocas opciones. Al menos si volviesen a arrancar la máquina, y la mantuviesen encendida durante una hora, podríamos refugiarnos en la Ría de Ferrol. En el peor de los casos vararíamos en sus fondos de arena. Pero todo indica que esto no se va a resolver, por lo que vamos a empezar a prepararnos para abandonar el barco e intentar llegar a la costa en los botes de emergencia. Dejo de escribir y voy a prepararme.



El Magneta era un bergantín británico de vapor perteneciente a la Eastern Extension Australasia and China Telegraph Company. Había sido construido en 1885 en los astilleros Napier & Sons de Glasgow, y pertenecía a la compañía que construía y mantenía las líneas de telégrafo submarinas que comunicaban las diferentes colonias británicas, en Asia y Oceanía, con el imperio. En aquellos años, este tipo de trabajos, por el cambio abismal que suponían en las comunicaciones, estaban considerados como uno de los grandes retos de la ingeniería de la época.

El barco había partido desde Londres con destino a Singapur el 8 de marzo de 1885, con una tripulación formada por 45 hombres y 9 pasajeros. Nunca llegó a Gibraltar, en donde iba a efectuar su primera escala.

Se desconocen las causas del naufragio y el lugar exacto en el que éste se produjo, aunque se cree que tuvo lugar en algún punto entre Cabo Prioriño y la Isla Herbosa, ya que en las playas de Doniños y San Jorge fueron encontrados dos cadáveres y uno de los botes salvavidas. Otro buque, el Palmyra, encontró el 24 de marzo uno de los botes salvavidas del buque, en muy buen estado, a unas doscientas millas de Finisterre.

Su hundimiento fue investigado por las cortes británicas. Se puede consultar el acta de la investigación del naufragio pulsando aquí, y una amplia descripción del barco, su singladura y la biografía de algunos de sus tripulantes en este enlace.

Nota: el extracto del diario de abordo es inventado.

10.5.12

HISTORIAS. Fernando y Keko (parte 2)



Si aún no has leído la parte 1, se recomienda pulsar AQUÍ.

¿Qué tablas recuerdas de aquellos años?

K: Además de la Yachtland, la llamábamos así por la tienda en la que la habíamos comprado, las primeras tablas que hubo por aquí fueron las Rufo’s Surfboards. Casi todos teníamos una: Carlos Bremón, Chiri Couto, Nano Couto, que por cierto aún conserva la suya, mi hermano Fernando, los de Coruña, ... . Eran tablas grandes, todas de más de dos metros, y bastante gruesas.

F: Después de la Rufo´s, en el año 1983 compré una Nat Young a unos australianos que aparecieron por Doniños. Para nosotros era una tabla muy extraña con unas formas que nunca antes habíamos visto. Parecía un prototipo. Medía 1,82 metros, frente a los 2,10 de las Rufo’s. Tenía una quilla central muy grande y dos laterales pequeñas, con un rocker muy pronunciado y una proa muy gruesa, pero la verdad es que iba muy bien. Aún conservamos la quilla central de la tabla que rompí un día surfeando en Campelo en la roca del medio. La estuve utilizando después durante años sin la quilla central, y la verdad es que iba casi mejor. La quilla central era tan grande que no había quien la moviese. Desgraciadamente, y no sé muy bien ni por qué ni a quién, la vendí en el año 1987.

K: Cuando Fer se hizo con la Nat Young yo heredé la Rufo’s, que se convertía así en mi primera tabla. La Rufo´s fue además la primera tabla en la que me puse de pié. Se la vendimos a un chaval que estaba haciendo la mili en las baterías de Santa Comba. Era andaluz, y recuerdo que nos dijo que se iba a hacer con ella una tabla de windsurf insertándole un cajetín. Se la vendimos por lo mismo que le había costado a Fernando: 15.000 pesetas.

F: Después de la Nat Young tuvimos también una Simon Anderson, otra shapeada por Bruce Smith que se la cambié a Douglas por unas gafas graduadas, una Mark Richards o una McCoin.

K: En nuestros primeros viajes al País Vasco comenzamos a traer las primeras tablas hechas allí. Recuerdo las Bong, que comprábamos en la tienda de Craig Sage en Mundaka, o las Génesis. Mi primera tabla nueva fue una Wong que me compré en el año 1985. Medía 1,90 metros y me valió 36.000 pesetas. También recuerdo que en otro viaje comprábamos una de las primeras Wat Say que se hicieron. Era el año 1987. Si te das cuenta en aquella época medíamos aún las tablas en metros.


¿Y el resto del material?

K: Al igual que pasaba con las tablas, lo difícil era conseguir cualquier tipo de material, que además para la época era muy caro. Fíjate por ejemplo en las tablas. Los precios que pagábamos hace 25 años no son muy diferentes a los que se pueden pagar ahora.

K: Al principio no teníamos trajes. La gran mayoría de la gente tenía trajes de buceo. En ese primer invierno nosotros nos pelamos de frío. Recuerdo que un día pensamos que si los trajes de esquí nos protegían del frío en la nieve, a lo mejor también valían para el surf. Nos metimos con ellos en el agua y acabaron empapados y nosotros igualmente muertos de frío.

K: Mi primer traje de surf fue un Aleeda que le compramos a Juan Chedas. Fue un regalo de mi hermano Fernando. Recuerdo también que Nano y Fernando pidieron una vez a Alemania unos trajes Body Globe que habían visto en una revista de windsurf. Carlos Bremón tenía un traje O’Neill azul, para nosotros “el traje” en letras mayúsculas.

K: En cuanto a la parafina, nosotros ya cogimos la época de la “Sex Wax”, aunque también escaseaba, ya que el único modo de hacerse con ella era en los viajes que hacíamos a Asturias. La comprábamos en la tienda Tablas de Gijón. Aún así recuerdo que como base utilizábamos cera de vela que Fernando compraba en la funeraria Laloporto y que derretíamos antes de llenar la tabla de puntos de cera. Sobre esta base extendíamos la parafina.

K: Los mejores inventos eran los Pipeline. Eran muy buenos pero también muy caros. Cuando se nos rompían los volvíamos a pegar en la cocina de gas de casa. La verdad es que por donde los pegábamos no volvían a romper, por lo que era fácil ver inventos con tres o más uniones. Recuerdo también los anteriores a los de goma, que eran de cuerda, y que se embutían en tubo de plástico para proteger las tablas y nuestros tobillos y piernas.


¿Cómo era tu relación con los demás, siendo tú el más pequeño y habiendo una cierta diferencia de edad?

K: Yo empecé a los 14 años. Mi hermano Fernando tenía 20, y Nano o Jorge Antón, que me eran los más cercanos a mí en edad, 18 años. Había por tanto un importante salto generacional, y yo lo notaba. Andaba todo el día pegado a ellos, acompañándolos a todas partes, y me sentía como el chaval, el adolescente, que hace cosas de mayores. Recuerdo que mi hermano Fernando me decía “¿Pero es qué no tienes amigos?. Todo el día pegado a nosotros”. Pero yo estaba encantado yendo con ellos.

K: Ya en la playa, como yo no tenía tabla propia hasta que heredé la Rufo´s de Fernando, tenía que esperar en el coche a que alguno saliese para poderme meter yo. Por eso mis baños solían ser cortos y cuando las olas eran peores. La verdad es que tardé en ponerme de pié por primera vez, me imagino que por el poco tiempo que podía estar en el agua comparado con ellos, y porque yo, con 14 años, no tenía su forma física. Me costaba un montón llegar a la rompiente. Además no tenía a nadie de mi edad como referencia con el que poder picarme. Aún así lo pasé fenomenal.

K: Fernando cogió el surf con una fiebre increíble y enseguida alcanzó un buen nivel. La verdad es que surfeaba, y surfea, con mucho estilo. Su fiebre era tal que no había día que no fuese a la playa. Estaba continuamente pensando en las olas. Mi padre la verdad es que se alegró de que le diese tan fuerte, porque en aquellos años Fernando andaba a vueltas con probar el ala delta, y a mi padre no le gustaba nada. En verano nos pasábamos todo el día en la playa y en invierno, como ellos ya trabajaban, íbamos a surfear al mediodía. Yo iba por aquel entonces al instituto y era muy frecuente que llegase tarde a las clases de la tarde, o que literalmente me perdiese la primera o las dos primeras horas los días en que había buenas olas. Cuando llegaba al instituto ya sin luz, con el pelo mojado y muerto de frío, mis compañeros de clase alucinaban. Me preguntaban, “¿pero de dónde vienes?”. Cuando les decía que de hacer surf no entendían nada, o eso me parecía a mí. 

¿A quién recuerdas de esos años?

F: Pues a parte de los ya citados, guardo un gran recuerdo de Paul “el inglés”. También estaba siempre con nosotros David Lama. Era un tío genial además de muy divertido. Aunque nunca llegó a alcanzar un nivel mínimo en el surf, era de los que más disfrutaba tanto en el agua como fuera. Recuerdo verlo mirándonos surfear durante horas. Lo vivía de verdad. 


K: Guardo también un gran recuerdo de Homero, Borlas y Borja, me imagino porque coincidió su estancia aquí con la mejor época de olas que recuerdo. Vinieron en el verano del 85, en concreto en el mes de Julio. Durante tres semanas Campelo estuvo rompiendo perfecto. Borlas y Borja surfeaban increíblemente bien, eran muy buenos. Estuvieron las tres semanas acampados delante de la Sra. Hermita, sin moverse de allí, por las excelentes olas que había. En su última semana aquí estuvo también Diego Gastéiz. Lo pasamos con ellos fenomenal.

K: Antes que ellos en el 82, el primer vasco que estuvo por aquí haciendo surf, y que yo recuerde, fue Carlos “El Chapu”, de Sopelana, que había venido a hacer la mili y se había traído una tabla. El apodo de “El Chapu” le venía porque era un manitas de la mecánica. Años después supe también que estuvo por aquí en el 83 Enrique Artero, aunque no coincidimos con él en la playa. La verdad es que no sé si haría surf durante su estancia en Ferrol.

F: En ese mismo año vino por aquí por primera vez Douglas, con el que entablamos una gran amistad que mantuvimos durante y años y que reforzábamos con viajes recíprocos.

K: La verdad es que con cualquiera que viniese entablábamos en seguida relación, y con muchos se ha mantenido la amistad con los años. Me imagino que era la mezcla primero de sorpresa y admiración, por nuestra part,e de que gente de fuera, incluso de tan lejos, viniese aquí a surfear; y segundo también la sorpresa y gratitud de los que venían por encontrarnos a nosotros.

K: De aquí recuerdo también a Nano y Alberto Paz, que venían con Juan Chedas desde Santiago. Y como no a mis hermanos Gonza, Diego y a sus amigos: Kiko, Miguel “El estirao”, Perico, ... .

¿Y de los viajes?

K: De aquellos años guardo grandes recuerdos de los viajes que hacíamos a Portugal, Asturias y al País Vasco. Cada viaje era una verdadera aventura. La verdad es que solo salir de Galicia ya era una aventura, tal y como estaban las carreteras en aquellos años. Fui por primera vez a Mundaka en el año 87, con Fernando y Chiri. Ellos ya habían ido antes en otras ocasiones con David Lama y Alberto Antón. Coincidió nuestro viaje allí con un campeonato local en el que hubo unas olas increíbles. En esos días vi un surf que no había visto en mi vida, con olas de 3 a 4 metros y unos tubos increíbles que me impresionaron. La final la ganó Jupa Soler. Aún conservo el póster del campeonato. Nos quedamos a dormir en casa de Carmiña “la gallega”.


F: Yo recuerdo nuestro viaje fallido a Portugal. Aprovechando un fin de semana decidimos ir a coger olas a Peniche, Chiri, Nano, Keko y yo. Salimos el viernes de Ferrol y paramos a cenar y salir en Santiago, por lo que llegamos a la frontera de Tuy a las cinco de la mañana. En el control fronterizo la Guardia Civil nos pidió los carnéts, y de repente el oficial de guardia nos dice: “Fernando José no puede pasar”. Yo que era quien iba al volante le dije: “Mire, debe haber un error porque aquí nadie se llama Fernando José”. El Guardia Civil se mosqueó mogollón ya que creía que le estábamos vacilando. Tras discutir un rato descubrimos que Fernando José era Nano, y que además tenía el carnét de identidad caducado desde hacia 3 meses. Como no éramos capaces de convencerle de que nos dejase pasar la frontera, le dije al guardia que quería ver a su superior. Siempre me arrepentiré. Nos dirigió a la cantina y allí estaba el sargento con otros dos oficiales borrachos. En cuanto nos vio nos empezó a gritar y nos acabaron echando a empujones de la cantina. Nano nos decía que lo dejásemos allí o en Vigo, que él ya se las arreglaría para volver a Ferrol. Pero no podíamos dejarle allí, así que decidimos cambiar de destino. ¡Nos vamos a Foz!. El viaje fue terrible. Cruzamos Pontevedra, Orense y Lugo. En Orense nos perdimos en una carretera sin salida en medio de un monte. Finalmente llegamos a Foz tras siete horas de viaje. La verdad es que teníamos una pasión y unas ganas de surfear inmensas, y un carnét caducado no nos iba a fastidiar el fin de semana.

K: Solíamos ir bastante también a Asturias, primero por las olas, y segundo porque allí era donde nos hacíamos con material, ya que aquí en Galicia no había tiendas. Íbamos a aprovisionarnos a Gijón a la tienda Tablas, la tienda que más cerca nos quedaba de casa: nada más y nada menos que a 8 horas en coche.

F: Volviendo de Asturias, de un campeonato que hubo en Tapia, paramos a surfear en Espasante. Había un maretón terrible y estaba lloviendo. Estábamos en pleno mes de febrero. Cuando empezamos a cambiarnos, y a pesar del día, empezó a congregarse a nuestro alrededor un buen número de gente para ver que era lo que íbamos a hacer. Nunca habían visto hacer surf. Antes de meternos al agua un señor del lugar se dirigió a mí y me dijo: “¡Qué rapaces!, ¿ides a facer deporte? Ben os pagarán por este traballo, senón non iríais ó agua”. No entendían que nos metiésemos en el agua porque nos gustase, para pasarlo bien. Creían que lo hacíamos por obligación con ese mar y ese frío.

Empezasteis a surfear en Doniños, que era además el lugar al que más frecuentemente solíais ir. Hoy Doniños sigue siendo vuestra playa, pero ¿a qué otros lugares solíais ir a surfear?

K: Como bien dices, sobre todo al principio, siempre estábamos en Doniños, o íbamos a La Fragata y Esmelle, que conocíamos de antes de hacer surf. En el 82 empezamos a ser conscientes de la influencia del viento en el romper de las olas, por lo que empezamos a movernos a otros sitios, en busca de mejores condiciones. Mi hermano Fernando tenía carnét de conducir y un Renault 5 con el que íbamos a coger olas. Es por ello que a partir del 82 empezamos a conocer otras playas. Villarube lo conocimos en el 82, me imagino que a través de Carlos Bremón. San Jorge también en ese año. Campelo en el verano del 83, al igual que Pantín. La verdad es que tardamos en surfear en Pantín. Cuando íbamos a Villarube, y pasábamos por Pantín, siempre comentábamos que según Carlos Bremón allí abajo había una playa, que según decían era nudista, y en la que rompían buenas olas. Siempre la veíamos inmensa, ya que sólo íbamos a Villarube cuando el mar estaba grande y no nos podíamos meter en San Jorge. Mi primer baño en Pantín me lo di con la Nat Young de mi hermano el día en el que mis padres cumplían el 30 aniversario de su boda.


K: Aquellas primeras excursiones / exploraciones eran muy divertidas y están llenas de anécdotas. Recuerdo un día en que la Yachtland nos voló de las bacas del R5 cuando se le soltó un pulpo. La tabla pasó rozando al coche que venía tras nosotros. La tabla era tan dura que no le pasó nada. 

K: Cuando de camino de una playa a otra a veces nos encontrábamos con otros que también iban a surfear, siempre nos parábamos a hablar, aunque no los conociésemos, para saber de dónde venían, o a dónde iban, cómo estaba el mar. No había móviles como ahora. Muchas veces tras encontrarnos, el que ya se volvía para casa se daba la vuelta para poderse dar, acompañado, el baño que no había querido darse solo.

F: De un lugar del que guardo muy gratos recuerdos es de San Jorge. La verdad es que hoy pienso en lo atrevidos que éramos en meternos allí con las olas que había, el nivel que teníamos y las tablas en las que surfeábamos. No teníamos ni idea y entrábamos directos al fondo, a coger las olas más grandes. Un día Chiri y yo nos metimos solos. Habíamos ido con su novia a la playa, y él, claro, la quería impresionar. Además ella le dijo: “Qué bien, así por fin os veo surfear”. Ya en el canal, y al ver entrar las series, nos dimos cuenta que estaba aún más grande de lo que pensábamos. Pero aún así nos fuimos al fondo. Había que causar buena impresión a la chica. Pero al llegar al pico había una corriente muy fuerte que nos sacaba primero mar adentro, hacia la Herbosa, y después nos metía hacia el medio de la playa, en donde rompían olas más grandes todavía. Tras estar un rato remando, Chiri decide salir por las rocas. A pesar de que le dije que estaba loco, y que era muy peligroso, no me hizo caso, y de repente le vi desaparecer tras una roca. Yo seguí un rato remando en la corriente, hasta que siguiendo sus pasos decidí salir también por las rocas. Cuando ya me estaba acercando a tierra, entró de repente una serie que, sin romper, me elevó cuatro metros y me dejó al lado de una roca a la que me agarré con todas mis fuerzas, mientras que la tabla colgaba del pie por el invento. La siguiente ola de la serie si que rompió, y me arrastró acantilado arriba. No sé ni cómo conseguí salir, pero cuando llegué a la cima del acantilado, sangraba por las manos y los piés, estaba lleno de magulladuras y tenía la tabla hecha polvo. Ya a salvo me acordé de mi primo. Miré a mi alrededor y no lo veía por ninguna parte. Desesperado le empecé a llamar, a la vez que corría entre los pinos hacia el lugar en donde habíamos apartado el coche. Angustiado, cuando llegué al coche me encontré a Chiri con su novia. Casi lo mato cuando me dice “¡Joder tío!, mira que has tardado. Llevamos un buen rato aquí esperándote a que salieses del agua”.

K: De San Jorge tengo yo también buenas anécdotas. Un día tras un gran revolcón, y después de salir casi sin aire, con los ojos aún medio nublados, vi que venía otra gran inmensa masa de agua a por mí. Muerto de pánico, abrí más los ojos para adivinar lo que se me venía encima. En ese momento descubrí que la gran masa blanca que veía era la montaña de Mougá, y que la ola anterior me había dejado mirando hacia la orilla. Otra vez, pasé un gran apuro cuando me quedé enganchado por el invento en la boya que hay en el canal de entrada. La fuerte corriente me mantenía sumergido sin poder coger aire, hasta que conseguí soltarme de la tabla.


K: Y guardo también otra buena anécdota de Ponzos, aunque ésta ya es posterior. Un día de mar decidimos entrar por las rocas, saltando desde el acantilado para ahorrarnos la remontada. Entre serie y serie había el tiempo suficiente para recorrer los 15 metros que separaban el acantilado del mar. Pero yo me despisté, y cuando vino la siguiente serie, me di cuenta que estaba en el punto de no retorno entre el mar y las rocas. Eché a correr acantilado arriba hasta que vi un pequeño parapeto en el que me encogí para protegerme de la ola. Sin embargo, cuando la ola rompió, me lanzó acantilado arriba golpeándome contra las rocas, yo por un lado y la tabla por otro. Nadie vio lo que me pasó. Pasada la ola subí como pude y me encontré con Leo Lujilde en el aparcamiento que sorprendido miraba mi tabla rota y me traje hecho trizas, lleno de cortes, después de estar rodando por las rocas. Parecía que había sido atacado por varios centollos gigantes.


1.-El primero por la izquierda Keko. El primero por la derecha, aguantando el equilibrio, Fernando.
2.-Keko
3.-Fernando en Esmelle
4.-Primer viaje al Pais Vasco: de izquierda a derecha David Lama, Fernando, Alberto Antón y Chiri Couto.
5.-Fernando en Doniños
6.-Ponzos: de izquierda a derecha Chiri Couto, Keko, Carlos Bremón y Nano Couto.

8.5.12

HISTORIAS. Fernando y Keko (parte 1).



Más conocidos como Fernando y Keko "Montalvo" por la óptica y tienda de música que regenta su familia, son dos de los miembros de unas de las sagas surfísticas más conocidas de Doniños. Empezaron a deslizarse en la montaña y cuando conocieron el surf, éste les enganchó tanto o más que la nieve, su otra gran pasión. Juntos hemos compartido muchas horas de playa, que han dado para una interesante y larga charla que hemos dividido en tres entradas que iremos publicando en días sucesivos.

Fernando: En el año 1975, algunos de mis hermanos y yo fuimos de viaje con nuestro padre a París. El viaje lo hicimos en coche recorriendo toda la costa cantábrica y las Landas hasta llegar a la capital francesa. En el camino paramos en Zarautz, y allí fue donde vi a alguien por primera vez hacer surf. Con quince años ver a esa gente deslizándose sobre las olas me llamó muchísimo la atención, ya que aquello superaba con mucho lo que hasta entonces mis hermanos y yo habíamos sido capaces de hacer en la playa, cogiendo olas con el cuerpo y de pecho. Al día siguiente paramos en Biarritz, y de nuevo volvimos a ver a más gente haciendo surf en Côte des Basques y La Grande Plage.


F: Al verano siguiente en Covas, donde veraneábamos, vimos llegar a unos ingleses a la playa con sus tablas de surf. Se metieron en la derecha que rompe entre las playas de la Fragata y el Vilar. Estuvimos durante todo su baño mirándolos como tontos y entusiasmados. Es en ese momento, cuando soy consciente de que nace en mí la inquietud de hacer surf y que tengo que hacerme con una tabla. Tres años más tarde, en 1979, me enteró a través de mis primos Vicente y Chiri, hermanos de Nano Couto, que un amigo suyo, al que habían conocido practicando motocross en el circuito de Doniños, tiene varias tablas de surf en una caseta en la playa de Penencia. Su nombre era Juan Chedas. A los pocos días me presenté en Penencia y Juan me prestó una de sus tablas. Fue así como probé por primera vez el surf.



F: Estuve metiéndome con las tablas de Juan durante mi primer año, hasta que en 1980 me encargué una "Yacthland" como la que él tenía. Era un precioso tablón amarillo de una quilla. Desgraciadamente sólo me duró tres meses. Un día empezó a despegarse la protección plástica que unía los cantos y le comenzó a entrar agua, por lo que el foam inyectado de su interior se empapó. La tabla pesaba tanto que era inutilizable. Al año siguiente me compré una Rufo´s Surfboards de una quilla, también amarilla con un triángulo azul.


Keko: Yo empecé un año más tarde que Fernando, en el verano de 1980. Un día fui con él, Vicente, Chiri y mi hermano Álvaro al chiringito de Juan a probar una de sus tablas. Personalmente me pareció divertidísimo, así que desde el primer día se puede decir que ya estaba enganchado. Me acuerdo que aquel primer día sólo conseguí coger olas tumbado y que salimos del agua con calambres del frío, la tensión y la emoción.


K: Las referencias anteriores que teníamos sobre el surf eran muy escasas, salvo por algunas imágenes que habíamos visto en la televisión y el recuerdo de los ingleses con los que habíamos coincidido en la playa del Vilar. Sin embargo aquel deporte se asemejaba bastante a la que era mi gran pasión y la de mis hermanos: el esquí. El esquí nos entusiasmaba y descubrir el surf fue como una revelación. Y era perfecto, ya que se trataba de un deporte de deslizamiento que podíamos practicar todo el año.


K: Ese primer verano surfeamos sobre todo en Penencia, Esmelle o en la playa de la Fragata, a donde íbamos cuando había mucho mar en Penencia y porque quedaba cerca de la casa en la que por aquel entonces pasábamos los veranos. Al verano siguiente ya estábamos surfeando como locos, y es en ese año cuando conocemos a otros que también hacían surf: los Antón, los Abeledo, Carlos Bremón, Vicente Irisarri y muchos de sus hermanos, así como a la demás gente de Coruña. Ese año coincidió con mi primer año en el instituto y que suspendí un montón de asignaturas.


Se puede decir por tanto, que el hecho de que os metieseis en el surf venía un poco derivado de vuestra afición por la nieve.


K: Pues mirándolo de eso modo la verdad es que sí. Mis hermanos y yo empezamos con el esquí en el año 1973, cuando tenía 7 años. Una de mis hermanas fue de excursión a la estación de Manzaneda con su colegio, y cuando volvió lo que contaba era tan increíble que mi padre decidió probarlo. Un día, nos apuntamos todos a una excursión que organizaba la tienda de Deportes Brufao de Ferrol. La excursión era precisamente a Manzaneda, y desde aquel momento mi padre quedó prendado por ese deporte. Después de aquel primer viaje empezamos a ir a menudo a la nieve, primero a Manzaneda, después a Pajares, y a partir de 1975 a los Pirineos. Aquellos viajes, tanto por lo que suponían a nuestra edad como experiencia, novedad, y sobre todo por el estado en el que estaban las carreteras, eran una verdadera aventura.


Y la nieve ha sido una afición que no habéis perdido todavía.


K: Más que a la nieve, la afición es por la montaña. Desde siempre íbamos con mi padre a la montaña, incluso antes de descubrir el esquí. Solíamos hacer marchas por el monte: los Ancares, el Caurel, Trevinco. Después vino el esquí. Mi padre se metió en ese deporte a los 46 años, y lo practicó durante 12 años hasta 1984, cuando se rompió el menisco. Para poder llevarnos al máximo de hermanos posibles en cada viaje, se compró un Jimmy de la General Motors. Era un todo-terreno inmenso del que sólo había 16 unidades en España, y en el que entrábamos 8 personas, no sólo por su enorme espacio, sino también gracias a un error en la documentación del coche, y a una fila adicional de asientos que mi padre montó. Teníamos que ir de todos modos en turnos, ya que no podía llevarnos juntos a los 8 hermanos. Sin duda aquellos viajes han sido en mi vida una de las cosas más importantes.



K: El esquí nos gustaba tanto que hasta buscamos como seguir practicándolo en verano, cuando no había nieve. A finales de los setenta, antes de meternos con el surf, descubrimos el esquí de hierba. Fernando encontró en una revista el “artilugio” que permitía el deslizarse por la hierba, y lo pidió por correo. Era como una especie de esquís pero con orugas, más bien parecidos a unos patines. Creo que aún los debemos de conservar en casa de mis padres. La verdad es que nunca llegamos a dominarlos, además de que daban un poco de miedo ya que eran difíciles de controlar. De hecho uno de los mayores problemas que teníamos con ellos era el deó frenar. La gente debía de alucinar cuando nos veía tirarnos monte abajo aquí en Doniños.


K: Después descubrimos el snowboard y aquello nos pareció al principio el no va más. Para nosotros, que nos gustaba el surf y el esquí, el snow era el deporte que unía nuestras dos grandes pasiones. La primera tabla de snow que vimos la encontramos en Baqueira en una tienda. La tenían en exposición y cuando quisimos hacernos con ella, nos dijeron que en Baqueira estaba prohibido utilizarlas. Durante años combinamos esquí y snow.


Volviendo al surf. ¿Cómo era el ambiente en la playa en aquellos años?


K: En la playa, y en particular en Doniños, había muy poca gente. No había la cultura de playa que tenemos ahora, y además los accesos a Doniños tampoco ayudaban. La carretera terminaba en A Croa, y desde allí había que bajar andando, cargado con todo lo que trajeses hasta la playa. Había un camino de piedras pero estaba en muy mal estado, lleno de baches. El camino lo asfaltaron en el 86. En la playa estábamos por familias, cada una en su duna: los Antón, los Couto y nosotros, los Abeledo, los Irisarri, ... .



K: En el 81, al verano siguiente de iniciarnos en el surf, empezamos a ir a Outeiro. Creo que fue en ese año que conseguimos que el Ayuntamiento nos dejase guardar las tablas en la que era la primera caseta de socorrismo que hubo en la playa, y que estaba desocupada. Estaba cerca de la fuente, al lado de la caseta de Juan Abeledo y de la que después se compraría Juan Chedas, y como las demás era una caseta metálica, de lata, con una cruz roja pintada en la fachada. Allí pasamos tardes y tardes cuando no había olas, o entre baño y baño, charlando sentados en la hierba. Enseguida formamos un buen grupo con Juan Chedas, los Couto, los Antón y otros. 


Continuará ....


1.-Keko y Fernando "Montalvo" en Doniños en 1984. Keko con una Rufo`s y Fernando con la "Nat Young".
2.-Fernando en 1980 con la Yachtland.
3.-Excursión a la nieve.
4.-Caseta en Doniños. Entre otros los Antón, Paul "el inglés" y Juan Chedas.


Parte 2 pulsando AQUÍ.

5.5.12

HISTORIAS. Cambian los conceptos.



El viaje de ayer se puede decir que es lo más parecido que he hecho en los últimos años a un surfari, sólo que con alguna pequeña diferencia con respecto a la concepción normal que se tiene de esta palabra. Materialmente no lleva ninguna tabla conmigo. Tampoco había perspectivas de coger olas. Pero en pocos viajes habré hablado y escuchado tanto sobre surf.

El viaje de ida me lo planteé con calma. Hacia años que no hacia un viaje en autobús tan largo, puede que al menos 10. Salida desde Ferrol con rumbo a Vigo, y paradas intermedias en Santiago y Pontevedra. Lo que en principio iban a ser 2 horas y 40 minutos recorriendo Galicia de Norte a Sur, se convirtieron finalmente en casi 3 horas y medía. 

El llevar la cámara hizo que el viaje fuese más llevadero, y a pesar de los retrasos, que el tiempo me pasase relativamente rápido. En esas pocas horas pasamos por todas las estaciones meteorológicas posibles. Lluvias torrenciales y truenos en Ferrol. Chubascos intermitentes hasta Santiago. Cielos despejados hasta Vigo. 

Ya en casa de madrugada, cansado tras todo el día, me di cuenta que tras aquel viaje, muchos de mis conceptos sobre los orígenes del surf en el Sur de Galicia habían cambiado. 









3.5.12

HISTORIAS. El primer surfista gallego en la Surfing.



Hoy recupero para el blog un texto que escribí ya hace cinco años, y que en un principio iba a publicarse en la revista de la edición del año 2007 del Pantín Classic. La verdad es que no sé por qué al final no fue a imprenta. El hecho es que el texto quedó olvidado, hasta que el otro día reapareció entre las páginas de un “word” guardado en el disco duro de documentos antiguos.


Hace algunas semanas, Luis Veiga revolvía en su desván entre un montón de revistas viejas, cuando encontró un ejemplar de la revista Surfing del año 1991, concretamente el nº162. Al ver su portada, recordó que en su interior salía una fotografía de Gonzalo Casal “Super”, tal vez el primer surfista gallego del que se publicaba una fotografía en la prestigiosa revista norteamericana. La foto ilustraba con otras, un reportaje escrito por Willy Uribe en el que, junto con redactores de otros países europeos (Portugal, Gran Bretaña y Francia), se hacía un repaso, a modo de guía, de los mejores lugares para la práctica del surf en la, aún en aquellos años, parecía ser una desconocida Europa para la mayor parte de los lectores de Surfing.

La imagen fue tomada por Javi Amezaga, de 3sesenta, en la playa de Villarrube. La foto se acompañaba de un curioso pie: “Aunque este surfista español probablemente no haya escuchado nunca la canción de los Beach Boys “Little Deuce Coupe”, sin duda conoce la sensación”.


Las referencias a Galicia, aunque escasas, reflejaban perfectamente lo que a nivel surfístico aún era nuestra región, o al menos la imagen que se tenía de ella desde fuera: “Galicia: sus numerosos reefs y rompientes hacen de ella una buen lugar para el surfing, estando aún muchos spots por explorar. Ello se debe en buena parte al mal tiempo”. Y en cuanto a los locales, la referencia no podía ser cuando menos curiosa: “Muchos son surfistas españoles viajando desde otros lugares de surfari”.


El reportaje se completaba con un artículo de título “Un día en la vida de un “grommet” español”,  en el que el gran Paul Sargeant contaba su experiencia tras pasar un día con Eneko Acero, por aquel entonces, con sólo 13 años, y según el periodista australiano, el mayor “talento emergente” de nuestro surf.