Cada seis meses, desde hace al menos cuatro años, recibo en casa el catálogo de
Patagonia. A pesar de tratarse de una publicación en cierto modo comercial, he conservado los catálogos por las espectaculares fotos que siempre incluyen y por los artículos sobre los proyectos medioambientales en los que participa la marca, y que definen en buena medida su imagen y objetivos corporativos.
Conocí Patagonia hace años a través de
Claire Karabatsos, una de las primeras embajadoras de la marca en Europa, y quedé totalmente convencido de sus principios y valores tras leer el libro de
Yvon Chouinard "Que mi gente vaya a hacer surf", cuya lectura, por cierto, recomiendo efusivamente a todo aquel que no sólo le gusten los deportes que se desarrollan en la naturaleza, sino también para los que creen que otro mundo empresarial, basado en principios éticos firmes, es posible.
A parte de admirar la filosofía de la empresa, y los valores de la marca, he de declararme además como un cliente convencido, sobre todo por la calidad de sus productos, cuyo uso supera la barrera de varias estaciones, algo que no debiendo de ser excepcional, no es común en todas las empresas. Una de las cosas que más me desespera e indigna como consumidor es que las cosas que compro no superen en muchos casos el año de vida, y que el calzado, la ropa, o los trajes de neopreno, dejen de cumplir completamente su función por roturas y desgastes parciales que no son proporcionales al uso recibido.
Además la calidad técnica, y el esfuerzo por innovar de la casa, es excepcional, lo que te asegura que una prenda Patagonia no sólo será durable, sino que también incorporará los últimos avances para hacerla además fiable y cómoda.
Menos importante no es su compromiso medioambiental Además de destinar el 1% de su facturación a proyectos y organizaciones medioambientales, uno de los principios de la empresa es la introducción en su producción de materias primas naturales, adquiridas bajo criterios éticos y justos, y materiales reciclados que reduzcan la huella de su producción.
Algunos, sin embargo, apuntan como negativo el coste de sus productos. Puede ser, si nos fijamos únicamente en el precio de venta, que sus prendas nos puedan parecer caras, sobre todo las más técnicas. Pero la realidad es que no lo son tanto con respecto a otras marcas más "comerciales" y de peor calidad. De hecho si lo valoramos a largo plazo, y lo miramos en perspectiva, sus productos llegan realmente a resultar, gracias a su durabilidad, más baratos que los de otras marcas, con la ventaja además, de haber podido disfrutar de un producto excelente, con las más nuevas innovaciones técnicas, durante todo ese tiempo. Otra cosa es que nos dejemos llevar por las modas, que nos incitan continuamente a cambiar temporada tras temporada. Pero si quieres que algo como buenas prescripciones y que dure, ellos son una buena opción.
Por eso, cuando Jake Setnicka, director de surf de Patagonia en Europa, me envió un mail invitándome a probar uno de sus trajes de neopreno a cambio de una crítica sincera, no pude más que alegrarme.
El traje lleva conmigo algo más de tres meses, así que he tenido tiempo de sobra para probarlo durante este invierno y primavera, y tener una idea bastante fundada sobre el mismo. El traje que me enviaron es el
R2 de cremallera frontal. Está fabricado en neopreno de 2 mm con su interior en lana de merino y poliester reciclado, y aunque parezca mentira para este grosor de neopreno, el fabricante recomienda el uso del traje en aguas de entre 13 y 18 grados de temperatura.
Hasta ahora, y en invierno, el traje con el que normalmente uso es un 5/4/3 de capucha. A algunos les parecerá exagerado, pero cuando uno se acostumbra al calor, a picar las series sin sentir dolor de cabeza por el frío, y además le gustan los baños largos, un traje gordo con gorro es una excelente garantía, aunque las remontadas sean más exigentes. Así que el salto de un 5/4/3 a un 2 mm es abismal, sobre todo en cuanto a ligereza, agilidad, facilidad en la remada, ... A pesar del frío ambiental, la sensación es la de viajar a las sensaciones del verano, cuando con un traje fino te mueves mucho más rápido y con menos esfuerzo.
Así que el traje contra el que he comparado el R2 es un 5/4/3 de capucha. Para el análisis, lo que he hecho es usar ambos trajes en baños alternos. De este modo, las condiciones de uso han sido lo más parecidas posibles. Pero también les he preguntado, y observado, a mis amigos, para saber qué tal iban ellos con los suyos.
Creo que este invierno y primavera han sido especialmente gélidos, por lo que el traje lo he probado con temperaturas de agua y ambiente más bien fríos. De hecho los días especialmente fríos he comprobado que la temperatura del agua llegó a alcanzar los 12,8º, es decir, en el rango bajo de uso del traje.
Como punto de partida, pedirle a un 2 mm sin capucha el mismo confort térmico que a un 5/4/3 con capucha, resulta excesivo, sobre todo porque la cabeza es una de las partes del cuerpo por donde más rápido se pierde calor. Las principales diferencias entre ambos trajes las he notado los días de viento frío de cierta intensidad y tiempo entre series de olas prolongados, que le llevan a uno a estar mucho tiempo esperando sentado sobre la tabla. Pero por otro lado, y viendo a mis compañeros de baño, con trajes sin capucha, pero de grosores considerables, la realidad es que todos estábamos igualmente helados tras un cierto tiempo en el agua. Posiblemente si el R2 llevase capucha, el comportamiento de ambos trajes fuese más similar. Seguramente con el
R3 con capucha se superase holgadamente al 5/4/3.
Los días sin viento, la cosa cambia totalmente, y el 2 mm es casi comparable al 5/4/3 con capucha, y similar a un 5/4/3 o a un 4/3 sin capucha, aunque con las ventajas que el menor grosor supone en cuanto a ligereza y agilidad. Esos días, aunque el agua estuviese a 13 grados y el cielo nublado, he estado tanto tiempo, o más, que mis amigos en el agua, y sin frío.
Todas estas buenas sensaciones tienen su explicación en la descripción técnica del traje. El interior de lana de merino resulta muy cómodo y agradable. La sensación es la misma que con cualquier otro traje, aunque el contacto con la lana lo hace más confortable y sobre todo cálido. El sistema de cierre del cuello es buenísimo. La doble solapa hace que no entre ni una sola gota de agua, incluso en las caídas más fuertes. Los puños y tobillos están planchados con calor, y diseñados para reducir la entrada de agua e impedir que se suban. Y realmente lo consiguen.
Y por último la gran ventaja, que espero que el tiempo me permita comprobar. Según Patagonia, una de las principales características de estos trajes es su durabilidad, lo que de ser cierto, compensaría holgadamente su precio, el cual a primera vista nos puede parecer alto si lo comparamos con los de otras marcas. Si el traje durase al menos dos inviernos, no sólo se confirmaría la mayor durabilidad, sino también un menor coste. Nos libraríamos además de la tortura a la que nos someten muchos trajes, cuyas propiedades, tras un invierno y con un uso normal, parecen diluirse en el agua tras cada baño. Porque no hay peor sensación, en mi opinión, que tener que salirse del agua no por cansancio, sino por frío, aún incluso por muy buenas que sean las olas. Y de momento el R2 está cumpliendo.