29.1.14

HISTORIAS. Desechos flotantes.


Uno de los efectos más habituales de los temporales en las playas es la llegada de grandes cantidades de basura. No debería de existir una relación directa entre bajas presiones y desechos, pero la realidad es que tras una borrasca la arena suele aparecer llena de residuos. ¿De dónde vienen? ¿Dónde estaban escondidos? El resultado tras Hércules rozó casi el nivel de excepcional. Además de olas inmensas, el temporal trajo toneladas de basura. El arenal apareció lleno de basura. Además de los grandes desechos, lo más alarmante para mí fueron los miles de pequeños objetos de plástico, algunos inapreciables, que se alineaban marcando la altura de la marea a medida que ésta iba bajando: tapones, biosoportes como nunca antes había encontrado (al parecer procedentes de un vertido de una depuradora situada en el río Miño unos días antes), bastoncillos, ...

Ante tanta variedad, y consciente del problema que estos pequeños residuos representan, me ha animado a abrir una página en la que ir volcando, a modo de denuncia, todos aquellos pequeños objetos que me voy encontrando. Objetos, sobre todo tapones, que normalmente van acompañados de un mensaje que ellos mismos muestran, y que cada uno podrá interpretar a su manera. Os presento Desechos flotantes.

23.1.14

HISTORIAS. Agua dulce vs agua salada.


Hace unas semanas me di el primer baño del año en la izquierda de Villarrube. La verdad es que llegué tarde, y cuando yo entraba al agua salía la mayoría de la gente. La marea estaba subiendo, y en una playa como Villarrube se nota especialmente. A pesar de ello, y aunque el baño no fue muy largo, las mejores olas las cogí al final.

A los pocos días coincidí con un amigo en Ponzos. Antes de entrar al agua me preguntó por el baño de Villarrube, y la verdad es que le dije que no me había gustado especialmente. Al menos ese día, las olas no tenían mucha fuerza. Su opinión era parecida, aunque achacó nuestras sensaciones al hecho de que la ola rompiese en la desembocadura de un río: sospechaba que, tal vez, al ser allí el agua más dulce que la normal del mar, y por tanto nuestra flotabilidad menor, nos costase más coger velocidad en la ola.

Su comentario me hizo pensar, y cuando a los pocos días volvimos a coincidir, le prometí que escribiría una entrada sobre ello.

Como todos sabemos, la densidad del agua marina es más alta que la del agua dulce. La densidad del agua dulce es de 1kg/l. Esta densidad se eleva a 1,025 kg/l en el mar. Esta pequeña variación, de tan solo un 2,5%, hace que nuestro cuerpo flote más fácilmente en el mar que por ejemplo en una piscina ¿pero cuanto más?.

Teniendo en cuenta que la densidad del cuerpo humano es de 0,933 kg/l, una persona de 70 kg ocuparía un volumen aproximado de 75 litros (70/0,933=75,027 l).

Aplicando el principio de Arquímedes, según el cual "un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja", cuando una persona de 70 kg se sumerge en agua dulce flota, siendo el volumen de cuerpo que emerge del agua igual a 5 litros.

Si en lugar de en agua dulce, nos sumergimos en agua salada, el volumen de cuerpo de una persona de 70 kg que sobresale sobre la superficie es de 6,7 litros, 1,7 litros más a que si estuviésemos sumergidos en agua dulce.

Pero normalmente, y cuando nos metemos en el agua a surfear, lo hacemos enfundados en un traje de neopreno. Con el traje puesto, nuestro cuerpo y el traje forman un conjunto con el que tenemos una mayor flotabilidad gracias a la menor densidad del neopreno. Un traje de 3 mm ocupa un volumen aproximado de unos 6 litros. Para determinar el peso de un traje, he cogido como referencia el R3 de Patagonia, que pesa 1,621 kg. Con este peso obtenemos una densidad para el traje de neopreno de 0,27 kg/l (1,621/6=0,27 kg/l), que lleva a que la densidad del conjunto "surfista enfundado en un traje de neopreno" sea de 0,884 kg/l frente a los 0,933 kg/l que tendríamos si estuviésemos en bañador. Es decir, nuestra densidad, y por tanto nuestra flotabilidad, ha variado en un 5,26 %.

Si nos sumergimos con el traje primero en agua dulce y después en agua salada, podemos determinar que el volumen de nuestro cuerpo que sobresale en el agua dulce es de 9,4 litros, mientras que en agua salada sería de 11,15 litros. Es decir, nuestra flotabilidad ha aumentado en casi 6 litros gracias al traje, y es de 1,75 litros superior en agua salada gracias a la menor densidad del agua dulce.

Y por último tenemos nuestra tabla de surf. Podemos considerar que una tabla de surf tiene una densidad de 0,1 kg/l (la del foam es de 0,058 kg/l). Teniendo en cuenta esto, la densidad del conjunto "surfista enfundado en un traje de neopreno sobre una tabla" es de aproximadamente 0,7 kg/l. Con un surfista de 70 kg sobre la tabla, el conjunto ocupa un volumen de 106 litros.

Llevando este volumen a agua dulce y a agua salada, se puede medir que la flotabilidad del surfista en agua salada es de sólo 1,8 litros mayor que en agua dulce.

Esta es por tanto la diferencia en flotabilidad entre surfear en agua dulce y en agua de mar. Si no me he dejado nada en el cálculo, a mí me parece insignificante, por lo que creo que el haber estado frente a la desembocadura de un río no tuvo nada que ver en lo poco rápido que fuimos ese día. ¿No sería cosa de la ola?

20.1.14

HISTORIAS. La espuma.













Una de las muestras más evidentes de la fuerza de la tormenta Hércules fue la inmensa cantidad de espuma que uno se podía encontrar en la playa. Había espuma por todas partes: subiendo por las dunas, trepando por los acantilados, cubriendo toda la arena, entre la vegetación, ...

La espuma marina se crea por la agitación del mar, pero su volumen es especialmente llamativo cuando el agua  contiene altas concentraciones de materia orgánica, como por ejemplo cuando, en los días de los grandes temporales, las olas llegan a zonas de la costa a las que normalmente no lo hacen, arrastrando restos de vegetación, tierra, ... Toda esta materia orgánica, disuelta en el agua, actúa entonces como agente espumante, atrapando el aire y formando burbujas, las cuales se pegan unas a las otras por acción de la tensión superficial de la membrana líquida que envuelve el aire. Debido a su baja densidad, la espuma flota sobre el mar. Si el viento sopla de mar, toda esta espuma será poco a poco empujada por el viento hasta llegar a la costa, en donde se acumula formando un extenso manto.

La espuma que me encontré antes de la llegada del temporal era especialmente blanca. Uno de los sitios en donde más se había acumulado era cerca de la desembocadura del río. Cuando el viento arreciaba, toda la masa comenzaba a temblar, inestabilizándose, hasta que de pronto un montón de pequeños fragmentos se desprendían volando playa arriba. Estuve un rato haciendo fotos hasta que uno de esos fragmentos, uno de los más grandes, se encontró en su vuelo con el objetivo de la cámara. Ya estaba bien de fotos. Era momento de volver a casa y endulzar el material.

18.1.14

HISTORIAS. Los otros náufragos.








Es raro el día en el que no bajemos a la playa, aunque he de reconocer que hay veces en las que uno se lo piensa, sobre todo cuando no para de llover o el viento sopla fuerte. Pero cuando los días son cortos y el mar está grande, suele ser una de las pocas actividades físicas que se pueden hacer. Además en la playa siempre hay sorpresas. No sólo es la oportunidad de ver el mar de cerca en esos días de grandes temporales, sino que muchas veces éste, ayudado por el viento, trae en ocasiones cosas curiosas: madera, boyas, botellas antiguas, ... 

Pero si normalmente todos estos hallazgos le despiertan a uno al menos la curiosidad, hay otros que le entristecen. Y esto ocurre cuando en la playa aparece algún tipo de mamífero marino muerto. Cada invierno suelen sean tres o cuatro ejemplares que podemos encontrar en Doniños, pero lo que no es normal es lo ocurrido hace dos días, cuando fueron 7 los ejemplares aparecidos en la playa. Además de éstos 7, y a través de los voluntarios del CEMMA, hemos sabido de otras apariciones en las playas de Ares, Sada, Cariño y el Orzán. En total 12 individuos. Se cree que todos ellos eran miembros de una misma manada, ya que pertenecen a la misma especie, el delfín común, y porque todos murieron ahogados, posiblemente al quedar atrapados en un arte de pesca. Además de los delfines, y también en esta semana, los voluntarios del CEMMA han rescatado a tres crías de foca, que se habían protegido en la costa buscando refugio de los temporales. Una de ellas ha muerto, pero las otras dos se recuperan en Ferrol y Nigrán.

En desdelacroa queremos reconocer con esta entrada la labor que está desarrollando el CEMMA. Una de las maneras con la que todos podemos colaborar con ellos, es que cuando nos encontramos en la playa con un mamífero marino, aunque éste haya fallecido, avisemos al 112 de su hallazgo. Desde el teléfono de emergencias avisarán al CEMMA, que tan pronto como sea posible se acercará al lugar en donde se encuentre el animal para caracterizarlo e intentar determinar cuales fueron las causas de su muerte, lo cual resulta muy importante. También podemos como sacar fotos como éstas y enviárselas, para que quede registro del hallazgo, ya que en muchas ocasiones, cuando el CEMMA acude a las playas, los ejemplares ya no se encuentran donde habían sido vistos por primera vez, arrastrados por las corrientes.

16.1.14

HISTORIAS. Las tablas de Patos.


Cada una de las tablas que aparecen en esta fotografía sería merecedora de una entrada en el blog. Pero el poder verlas todas juntas, reunidas en esta imagen, hace que sus historias cobren aún más valor por lo representan en conjunto: ellas 6, a falta de la primera Barland traída por Victor Montenegro desde Biarritz en 1969, fueron las tablas con las que se surfearon las primeras olas en la playa de Patos a principios y mediados de los setenta.

La foto está tomada en el jardín de la casa de la familia Irisarri en Patos, en el verano de 1977. Junto a las tablas posa Alberto Irisarri, que hace unos meses, por correo electrónico, me presentaba a cada una de ellas.

Empezando por la derecha, la primera de las tablas es una Bilbo inglesa, la cual era conocida por todos como "la Bilbo". Era muy común en aquellos años ponerles nombre a las tablas, y distinguirlas por ejemplo con la marca de su shaper. Este fue también el caso de la "Freedom", la "Bolt", ... . La Bilbo, por cierto, aún está localizable, ya que la conserva Luis Bericua. En aquellos años la Bilbo carecía de puente de fibra para fijar el invento, por lo que éste se ataba a la tabla en la quilla, la cual estaba perforada con un pequeño agujero a través del cual se anudaba el invento. Sin embargo, dado el volumen y peso considerable de la tabla, solían surfear con ella sin invento, para evitar así los fuertes tirones y golpes que se recibían en cada baño al caerse en una ola.

Al lado de la Bilbo está la Cordingleys de Nicolás Pita. Esta tabla, a pesar de ser mucho más ancha, tenía muy poco volumen, ya que su grosor era muy fino. Alberto la recuerda como una tabla excepcional, porque además de ser muy estable, permitía girar sin mucha dificultad, lo que casi era imposible con la Bilbo. Al ser una tabla muy plana, la ola se cogía gran facilidad, sin apenas remada. Gracias a la Cordingleys, Nicolás, que era su propietario, mantuvo durante años su supremacía en el agua.

La tercera de las tablas por la derecha es la "Freedom" de Suso Irisarri. Por la fecha en la que fue tomada la fotografía, la tabla debía de llevar en Vigo escasamente un mes. Cuando se hizo la foto la tabla acababa de llegar a Patos tras uno de los primeros viajes que los hermanos Irisarri hicieron a Biarritz en busca de material.

La cuarta tabla, la tercera por la izquierda, es la mítica Dick Brewer que Macamen regaló a Vicente en las navidades de 1976. Es difícil para uno hacerse a la idea de lo que esta tabla pudo suponer para los hermanos Irisarri, pero creo que un sólo dato resulta relevante para expresar la importancia que esta tabla tuvo en sus vidas: todos ellos recuerdan con claridad el día que la tabla llegó a la casa de Patos, el 4 de enero de 1976, una fecha que marcó un antes y un después en sus vidas; pero también los que fueron los primeros baños de estreno, entrando al agua en pleno invierno con la única protección de una camiseta de algodón, y saliendo morados de frío. La tabla pasó por todos los hermanos, y cuando "acabaron" con ella, pesaba unos 8 kilos, además de presentar numerosos golpes y estar deslaminada por la parte de arriba. Todos la recuerdan como una tabla excepcional, la primera en la que se pusieron de pie sobre una ola.

La tabla azul, al lado de la Dick Brewer, fue comprada a Nacho Montenegro cuando éste se fue a Canarias. Aunque no está claro el identificarla en la fotografía, posiblemente se trate de una Santa Marina que Nacho compró a Jesús Fiochi. De lo que sí que se acuerda Nacho es de su precio: 4.000 pesetas de la época, que equivalían entonces a algo más de un sueldo mensual.

Y la última, conocida como la "Roger Foam", o la "Rojita", fue la primera tabla de Nicolás Pita, comprada en una tienda de Gijón por Ángeles Vega en 1972, y que años más tarde pasó a los hermanos Irisarri como muchas otras tablas de Nicolás. Todos la recuerdan como una tabla difícil, de muy poco volumen, y con la que apenas se podía girar. Otro día contaremos la historia de su compra, absolutamente representativa de lo difícil que resultaba en aquellos años hacerse con una tabla.

Tras éstas vinieron muchas otras. Las shapeadas por Rufino, las traídas desde Sudáfrica, ..., pero esas ya son otras historias.

13.1.14

HISTORIAS. Santa Cristina.


El otro día, tras leer el comentario que Nestor me enviaba a la entrada dedicada a "Un día como hoy ..., hace 42 años", inevitablemente me vino a la mente esta foto de Santa Cristina que se publicó en la revista Surfari en el año 1999.

Como todas las buenas publicaciones, cada número de la revista terminaba con un epílogo redactado por Quinito López Mourelle, escritor, músico de jazz y amante del mar. Recuerdo aquel texto, que se acompañaba con esta fotografía, como uno de los más emocionantes que nunca he leído en una revista de surf, y en el que se reflexionaba sobre el paso del tiempo y la acción del hombre en la naturaleza.

Si os fijáis bien en la foto, arriba a la izquierda, casi saliéndose de la composición, se adivina una izquierda perfecta que rompe sobre la arena acumulada en la desembocadura de la ría del Burgo. La foto fue posiblemente hecha antes de 1967, fecha en la que se construyó el dique de Barrié de la Maza. Sin embargo, la ola no fue surfeada por primera vez hasta 1971, por lo que nadie tuvo la oportunidad de admirarla con ojos de surfista y probarla en su máximo esplendor, tal y como la había creado la naturaleza. Aún así,  cuando se descubrió para el surf a principios de los setenta, y a pesar de no estar tan expuesta a las marejadas, se cuenta que Santa Cristina continuaba siendo una ola larga y noble. Más tarde, cuando en los años ochenta el dique se prolongó, la rompiente desapareció. 

Hoy se sigue surfeando en la playa, aunque por lo que me han contado, pocas veces al año, y sin apenas rastro de lo que debió de ser aquella ola fantástica que descubrieron los primeros surfistas gallegos.

11.1.14

HISTORIAS. Un día como hoy ..., hace 42 años.



Hoy recuperamos en desdelacroa estas dos fotografías tomadas un día como hoy, 11 de enero, pero de hace 42 años. Las imágenes pertenecen al archivo personal de Carlos Bremón, y fueron realizadas en la playa de Santa Cristina, unos meses después de que la playa fuese descubierta para la práctica del surf. Carlos es el surfista que aparece en las fotos.


“Un día de temporal, -me contaba Carlos hace meses, Miguel Camarero me comentó la posibilidad de que hubiese olas en Santa Cristina; así que allá nos fuimos. Era noviembre, pero el día estaba soleado. Cuando divisamos la bahía desde la carretera de Las Jubias, comprobamos que efectivamente había mucho mar y que rompían olas, olas preciosas de muchísimo recorrido.

Aquello supera con mucho nuestras experiencias en Bastiagueiro, por lo que desde ese día Santa Cristina pasó a ser nuestra playa habitual los días de temporal, comenzando, en cada visita, a descubrir sus secretos: en marea baja ofrecía una ola larga, que rompía a varias decenas de metros de la orilla; en marea alta, la rompiente se transformaba en una potente orillera, con finales de ola muy emocionantes, incluidas entradas mortíferas contra la pendiente de arena, que daba lugar a unas arrastradas horrorosas. Fue allí en Santa Cristina donde experimentamos por primera vez la sensación de correr una pared”. 

Viendo las imágenes es curioso comprobar como aquel día debió de ser muy parecido al de hoy. Bueno no era sábado, sino martes, pero en cuanto a la climatología, los dos se debieron de parecer bastante: claramente era una tarde soleada, y como hoy, en la playa de Santa Cristina soplaba una ligera brisa del sur. Hasta me atrevería a decir que las condiciones de mar eran similares. En 1972, antes de la ampliación del dique Barrié de la Maza, Santa Cristina era una playa más expuesta a los temporales, y en la que, en un día con el mar como el de hoy, posiblemente romperían olas como las de las fotos: largas izquierdas que se abrían a las primeras paredes de los surfistas gallegos. 

9.1.14

HISTORIAS. La ola más grande de Hércules.





Una de las preguntas que me estoy haciendo estos días es qué altura habrá alcanzado la ola más grande generada por la tormenta Hércules. Posiblemente nunca sabremos la respuesta, ya que esa ola seguro que se habrá escapado a los sistemas de medición que están desplegados por nuestras costas. No obstante, y dentro de unas semanas, cuando los técnicos de Puertos del Estado puedan examinar la totalidad de los datos tomados por las boyas, podremos saber cuál fue la altura de ola más grande medida.

Antes de disponer de esa información, y tomando como referencia eventos anteriores similares, nos vamos a atrever en desdelacroa a hacer una aproximación de cuál pudo haber sido esa altura de ola máxima.

Para hacer este número hemos consultado en la página web de Puertos del Estado la altura de ola significante (Hs) más alta medida el día 6 de enero por la boya situada frente a cabo Villano y las Islas Sisargas. Es importante aquí recordar que la altura de ola significante, que es el dato que se facilita en la web para la altura de ola, es la media del tercio de olas más altas medidas en un intervalo de tiempo, en este caso una hora. Viendo las tablas, resulta que la Hs más alta en la boya de Villano fue de 12,52 metros. Teniendo en cuenta que Hs es un valor medio, queda claro entonces que hubo olas superiores a esos 12,52 metros ¿Pero cuánto más?

Para aproximarnos a ese cuánto más, hemos de comparar lo medido el día 6 con otros temporales anteriores. Y de entre los últimos que recuerdo, sin duda, aunque con muchísimo más viento, el que tuvo efectos más parecidos a Hércules, en cuanto al oleaje generado, fue el huracán Klauss, que llegó a nuestras costas en enero de 2009. Durante aquel temporal se midieron, en varios puntos de la costa cantábrica, olas que superaron los 20 metros de altura. La ola más alta fue medida por la boya Augusto González Linares, situada a 22 millas frente a Santander, que llegó a medir una ola de 26,13 metros, el valor más alto nunca tomado en nuestras costas.

Si comparamos esta altura de ola máxima, con la altura de ola significante medida por la boya Augusto González Linares en ese temporal (14,88 metros), podemos establecer, entre ambos valores, una relación de 1,76. Un año antes, en otro temporal ocurrido en marzo de 2008, la relación entre Hmax y Hs fue de 1,58.

Tomando como referencia estos dos valores, y en base a un cálculo con muy poca consistencia y precisión, nos aventuramos por tanto a decir que la ola más grande generada por Hércules habrá tenido una altura que se encontrará entre 19,74 y 22,04 metros.

Ahora toca esperar para conocer cuál fue el valor real y en qué boya se midió. Espero no haberme equivocado mucho.

6.1.14

HISTORIAS. Hércules


















Posiblemente Hércules será recordada como una de las tormentas más fuertes de los últimos años. La última de una gran serie que nos ha mantenido durante el pasado mes de temporal en temporal.

Las imágenes de esta entrada no hacen justicia al verdadero tamaño de las olas. Además las condiciones para hacer fotos eran realmente complicadas esta mañana. El mar estaba tan grande en Doniños que las olas más impresionantes rompían a varias millas de la costa. Aún así la cantidad de salitre en el ambiente era tal que una especie de bruma lo cubría todo, haciendo que la luz del sol se difuminase al máximo. Resultaba también imposible acercarse al mar. Enseguida una nube de agua salada pulvorizada te obligaba a retrasarte por el bien de la cámara. Con tanta agua en el objetivo no se podía disparar. 

A última hora, con la marea alta el oleaje barría literalmente la playa. Las dunas presentaban en muchas zonas un cortado considerable, y las series más grandes comenzaron a remontar río arriba, pasando incluso por encima del primero de los puentes, en una dinámica que nos traerá mañana una playa totalmente nueva.