30.11.14

HISTORIAS. La familia Irisarri (parte 1).



Catorce hermanos, siete de ellos surfistas. Reunirlos a todos, o al menos a los máximos posibles, parecía una tarea a priori  complicada, y más cuando todos, cada uno en su campo, llevan una vida profesional llena de actividad, compromisos y proyectos interesantes. Pero cuando la convocatoria y organización de la reunión sale de ellos mismos, y antes de empezar la charla me cuentan lo entusiasmados que están con que nos hayamos encontrado para hablar de surf, la tarea de entrevistador, la mía en este caso, se vuelve mucho más sencilla. Sólo hay que relajarse, escuchar, y dejar que las historias surjan y la conversación fluya.

De los 7 hermanos surfistas, acudieron a la primera de las citas, cuatro de ellos: Vicente, Jose, Suso y Alberto. De los que no pudieron acudir, Balbi, Alfredo e Iñaki, las referencias fueron continuas. A la segunda de las reuniones, además de los citados, se sumó también Balbi.

La conversación, que se prolongó durante más de tres horas cada uno de los dos días, fue un repaso magistral a la historia del surf en Galicia. Una historia contada además por personas con una sensibilidad especial por la historia del surf y su cultura. Y es que a diferencia de otros pioneros, que se iniciaron y evolucionaron en el surf casi de modo insconsciente, en la familia Irisarri se fue pronto consciente del lugar en la historia que se estaba ocupando. Conocedores de la importancia del momento, han conservado, para el disfrute de todos, documentos e historias que reflejan fielmente lo ocurrido durante aquellos años.



LOS PRIMEROS AÑOS

(V) Nuestros antecedentes en el surf tendríamos que situarlos en el deporte en general. Somos una familia de gente muy deportista, y desde pequeños nuestros padres siempre nos animaron para que practicásemos algún deporte. Daba igual cuál fuese. De mar o de tierra. Pesca submarina, rugby, futbol, … . Entre todos ellos, aquellos que estaban vinculados con el mar fueron siempre los que más nos atrajeron, y en particular la pesca submarina, el buceo y el surf. El deporte generó entre los hermanos una gran unión. De 14 hermanos, 7 somos los que lo hemos practicado surf: Alfredo, Jose, Vicente, Suso, Alberto, Iñaki y Balbi. Muchas veces nuestros hermanos “no surfistas” se quejan de que el surf sea el tema recurrente en las conversaciones de las reuniones familiares, pero es inevitable cuando somos tantos los que compartimos esta pasión.

La segunda de las claves creemos que está claramente vinculada con el hecho de tener una casa en la única playa de Vigo en la que había olas: Patos. La elección de Patos, o el por qué llegamos hasta allí, era bien sencilla. De todas las playas de los alrededores de Vigo era la que mantenía, a finales de los sesenta, un aspecto más natural. A aquella playa íbamos los que preferíamos un arenal más salvaje y natural, frente a otras playas más cercanas a la ciudad y con mejores accesos y servicios. También era una de las más abiertas, y por tanto de las que recibía más oleaje, y tal vez por ello no había casi bañistas. Era también una playa con un ambiente muy abierto, y muy frecuentada por extranjeros, sobre todo alemanes, que pasaban temporadas de camping. Posiblemente por estos, y otro motivos, nuestros padres compraron un terreno allí a principios de los setenta, y comenzaron la construcción de una casa en la que pasar los veranos.

Pero antes de llegar a Patos ya estábamos enganchados al mar. Hasta el año 1964 pasamos todos nuestros veranos en la Cañiza, en el interior, pero a partir de 1965, los pasamos ya en la playa. Como nuestras padres trabajaban, nuestros hermanos mayores nos llevaban por la mañana a la playa y por la tarde al monte. En el año 1965 el mayor de nuestros hermanos se compró el primer fusil de pesca submarina, el Nemrod Calavera, con un tridente de arpón. Él nos dejaba a los pequeños ir a pescar. Primero él y después nosotros. Ahí surgió nuestra inmensa afición al mar. Más que surgir se puede decir que la recuperamos, porque antes de ir a la Cañiza recuerdo que veraneábamos en Canido, y allí nos pasábamos todo el día en el mar. En la Cañiza, aunque no había mar, estábamos todo el día en el río bañándonos. Así que siempre fuimos muy acuáticos.

¿Y por qué el surf? Pues la verdad es que no hay un por qué concreto. Cualquier deporte que tuviese que ver con el mar nos atraía profundamente, y era natural, y cuestión de tiempo, que lo probásemos. La verdad es que éramos como unos polinesios pero de agua fría. Lo mismo ocurrió con el windsurf, que lo probamos en 1979, y que sobre todo Jose ha seguido practicando durante años.

Y a través del surf, llegamos también al skate. Nosotros ya éramos mayores, pero Suso y Alberto andaban todo el día a ello. Recuerdo que aún estando en obras el puente de Rande, vosotros ya aprovechabais los tramos que se habían terminado de la autopista para tiraros cuesta abajo con el monopatín. Llegabais a casa con las manos, codos y muñecas desgraciadas, pero parecía daros igual.


(J) Pero volviendo a los deportes acuáticos, el origen de nuestra pasión por el mar está en la pesca submarina, que de algún modo, y en nuestro caso, se puede decir que fue el germen de todo. En aquellos años algunos buceadores se habían convertido, gracias a la televisión, en verdaderos héroes para la gente de nuestra generación. Personajes como Hans Hass o Couesteau eran venerados por gente como nosotros. Y entonces, partiendo de la pesca, comenzó nuestro viaje de un deporte a otro: de la pesca submarina en el año 1965 al bodysurf entorno al año 1971-72; del bodysurf al surf en 1975; primero con una tabla prestada; después con tabla propia. Y unos hermanos fuimos provocando que los otros se enganchasen, hasta el punto que el surf se convirtió en nuestra prioridad, lo que supuso que dejásemos de lado los otros deportes. ¿Y que nos enganchó del surf? Pues además del deslizamiento en sí, con el surf se abría todo un mundo, con miles de aspectos y detalles por descubrir, además de toda una cultura nueva con valores en auge como la libertad, el medioambiente, la música, …

(V) Imagínate lo importante que era la pesca submarina para nosotros, que uno de los mejores recuerdos que guardamos de nuestra juventud es el ritual iniciático que habíamos establecido en la familia a partir del cual, y una vez superado, suponía el poder empezar a bucear con arpón. Cuando empezamos, y como todos queríamos pescar, los mayores marcaron unas normas que los pequeños teníamos que cumplir para poder hacer pesca submarina. Era lo que denominábamos “el examen de pesca submarina”. Cuando se cumplían los 14 años, y para poder disponer de tal privilegio, se habían de pasar 4 pruebas, que habilitaban a uno a ir “armado”. La primera de las pruebas era teórica, y consistía en preguntas del tipo “¿cuál es el nombre de las cinco especies de tiburón asesino?” A lo cual había que responder que el blanco, el tigre, el toro, el nodriza gris, y un quinto que se establecía a criterio de Jose, y que según el día era el martillo o el punta blanca oceánica (en la elección del quinto elemento de la lista, las últimas fotos y reportajes de Han Hass jugaban un papel fundamental). La segunda de las pruebas consistía en bucear una distancia de aproximadamente unos 20 metros entre las piernas de varios hermanos. La tercera ponerse y quitarse las gafas de bucear sumergido. Y la cuarta se echaba un plomo de buceo, a unos 4-5 metros de profundidad, que había que recoger a pulmón.


(V) Al igual que para otros, nuestros primeros contactos con el surf fueron un tanto etéreos. De hecho no recordamos cuales fueron exactamente. Me imagino que se trató de una sucesión de imágenes vistas en revistas, o en la televisión. Por ejemplo, recuerdo algún artículo en el Selecciones de la Reader’s Diggest o en la revista Life. También por aquel entonces la serie Hawaii 5.0 estaba de moda en la televisión, y solían aparecer en ella imágenes de surf. Además a nosotros siempre nos gustó el mar y la pesca submarina, por lo que cualquier cosa que tuviese que ver con el océano nos llamaba la atención y nos generaba un gran impacto. Pero de lo que sí tenemos un recuerdo claro es de un libro, “Reportajes del mundo”, que pasó por casa entorno al año 1966-67. El libro incluía un reportaje sobre Australia. En dicho reportaje se hablaba de Nat Young, y se comparaba su figura con la del atleta Ron Clarke, una de las figuras deportivas de la época, pues había batido varias veces el record del mundo de los 5.000 y 10.000 metros. Ron Clarke había ganado la medalla de bronce en la prueba de los 5.000 metros en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964, y en 1968, en los de Méjico, casi muere debido a una mala adaptación a la altura. Hoy por cierto es el Gobernador de la Gold Coast. En ese reportaje se mencionaba que Ron Clarke era tan famoso en Australia como un surfista llamado Nat Young, que por aquel entonces acababa de ganar el campeonato del mundo de surf. Nos llamaba poderosamente la atención que un surfista, dado que para nosotros el surf era algo muy lejano y exótico, fuese reconocido y tuviese tanta fama como una estrella mundial del atletismo. Creo que desde ese momento el surf no sólo pasó a estar presente de un modo más fuerte en nuestros pensamientos, sino que también comenzamos a tomar conciencia de él como deporte y a aumentar nuestro interés por su práctica. Sin embargo teníamos un problema fundamental. No teníamos tablas, por lo que de algún modo estábamos con las manos atadas.

(V) Tras dichos antecedentes, empezamos a plantearnos seriamente hacernos con una tabla en el año 1972. Ese año, Alfredo se fue a estudiar primero de Ingeniería de Caminos a Santander, en donde hizo los dos primeros cursos, antes de continuar la carrera en Madrid en 1974. Cuando volvía a casa nos contaba que había gente haciendo surf en el Sardinero, y recuerdo perfectamente que nos hablaba de los Fiochi y otra gente que surfeaban allí asiduamente.

(J) De hecho le encargamos que se hiciese con una tabla, pero no sabemos por qué, el encargo nunca se llegó a culminar.


(V) En el verano de 1975 se produce un encuentro en Patos que para nosotros sería transcendental. Un día vemos que en el agua hay varias personas con tablas de surf. Sorprendidos nos acercamos a ellos. Estas personas resultaron ser Nicolás Pita, Ángeles Vega y los hermanos Montenegro, Nacho y Víctor. Nicolás había sido compañero mío de clase en los Jesuitas, y Nacho y Víctor eran hermanos de Luis Montenegro, con el que también había compartido pupitre muchos años, por lo que el acercamiento fue inmediato. Hacía años que no nos veíamos, ya que me pasaba la mayor parte del año en Madrid estudiando. Al no volvernos a ver desde nuestros años de colegio, no fuimos conocedores de que ellos llevasen haciendo surf desde 1969. Creo que ese mismo día nos dejaron probar. Jose fue el que más rápido se unió al grupo, y el primero en dejar la pesca submarina como prioridad. De hecho guardo la imagen clara de ese verano de irnos todos a bucear en una barca de la familia, y de quedarse Jose en la playa con la tabla prestada. Y eso que Jose era el que mejor pescaba de los hermanos, y el que, por decirlo de algún modo, más le gustaba. En aquel verano el resto de los hermanos aún pensábamos que la prioridad en esa época del año debía de ser la pesca submarina, y que el surf se trataba de una actividad más de invierno.

(J) El encuentro con los Montenegro y Nicolás Pita nos reveló además que el surf era un deporte que realmente se podría practicar en Patos. Javier, que es el mayor de todos los hermanos, nos ha comentado en más de una ocasión, que cuando se empezó a hablar en casa de surf, él no participada tan animadamente en las conversaciones como nosotros, porque estaba convencido que el surf no era un deporte que se pudiese practicar aquí, sino que era actividad que estaba íntimamente ligada a las olas gigantes y Hawaii, ya que esa era la imagen que recibíamos de las revistas. Y eso evidentemente no lo había en Patos.

Que Nicolás Pita y los hermanos Montenegro estuviesen haciendo surf, nos hizo volvernos absolutamente locos. De hecho desde ese momento el surf se convirtió en el “tema” principal de conversación entre los hermanos. Guardamos muchas de las cartas que nos escribíamos mientras que los hermanos estábamos estudiando en Madrid, y el tema del surf, desde ese verano, y principalmente a partir de las navidades de 1976, comenzó a ser un tema recurrente.

(V) Muchos de nuestros males se curaron cuando en las navidades del año 1975-76 Macamen, mi mujer, me regala la que sería la primera tabla de la familia: una Dick Brewer de enésima mano que es “estrenada” por los hermanos de inmediato.

(A) La verdad es que el día que llegó la tabla a casa fue un momento especial en nuestras vidas. De hecho recordamos perfectamente la fecha: el 4 de enero de 1976.

(J) Aquellos baños de estreno, entrando al agua en pleno mes de enero con la única protección de una camiseta de algodón, y saliendo morados del frío, fueron especiales. Debimos de surfear más o menos asiduamente aquel invierno, porque recuerdo perfectamente como nos solíamos cambiar en la casa aún en obras.

(J) En mayo de 1976 se finalizaron las obras, con lo que ya nos asentamos definitivamente en Patos.

26.11.14

HISTORIAS. La Rufo's amarilla.







Un día de este verano, en el que recuerdo llegué tarde a la playa, Super me saludó diciéndome que tenía una sorpresa. De pronto sacó de una funda una Rufo's amarilla que Pedro había traído a la playa. Pedro acaba de empezar a hacer surf, y cuando unas amigas supieron de su iniciativa, le ofrecieron una tabla que llevaba desde hacia mucho tiempo guardada en su garaje y que nadie utilizaba. 

La tabla tenía algún pequeño toque, pero por lo demás su aspecto era bueno. No pesaba demasiado, y eso que tiene una capa de pintura extendida por encima de la resina, casi borrando el logo de Rufo's.  

Super la probó por primera vez el día de la Concentración de pioneros de este año. Cuando en el agua le vi coger su primera ola me sorprendió la facilidad con la que la tabla alcanzó velocidad y lo fácil que pasó la primera sección. Después del baño le pregunté que tal iba, y sus comentarios confirmaron lo que me parecía haber visto: aquella era una tabla excepcional.

He pensado muchas veces sobre cuantas tablas como esta Rufo's estarán olvidadas en garajes y desvanes,  sin que nadie les dé importancia y las valore como merecen. En desdelacroa tenemos especial predilección por las Rufo's, sobre todo por lo que estas tablas han significado para la historia del surf en Galicia, y nos gustaría encontrar más, documentarlas y que sus dueños las conserven y las cuiden. Así que si alguno de los que seguís el blog sabéis de alguna, no dudéis en escribirme o mandarme una foto. Como mínimo le dedicaré una entrada.

24.11.14

HISTORIAS. La huerta.

















Una de las cosas que teníamos clara cuando vinimos a vivir a Doniños es que íbamos a tener una huerta en casa. Al principio, nuestra intención era solo la de autoabastecernos míniminante con nuestro propios vegetales libres de productos químicos, pero con el tiempo, y pasados 9 años desde el principio, hemos comprendido que ésta ha sido la manera más natural de entender y apreciar la relevancia de las estaciones y el ciclo de la vida en la naturaleza. 

Sin embargo el proceso ha sido largo y no siempre fácil. El primer año se puede decir que pecamos de inexperiencia. Bueno, en realidad éramos unos completos ignorantes en la materia, lo que nos llevó a que las primeras cosechas fuesen un verdadero desastre. 

Nuestro primer error fue preparar una superficie de tierra demasiado grande para nuestros conocimientos y el tiempo que le podíamos dedicar a la huerta durante la construcción de la casa. 

Otro problema importante fue el cultivo al que se había dedicado el terreno con anterioridad. Hasta nuestra llegada, la parcela se había destinado al cultivo de cebada. Pronto descubrimos que la cebada, como todos los cereales, agota la tierra al consumir buena parte de sus nutrientes, por lo que partíamos de un sustrato que resultaba ser muy pobre. Pero además es que la cebada resultó ser muy persistente, por lo que a poco que nos descuidábamos, sobre todo en primavera, el cereal ganaba terreno fácilmente a la huerta. Finalmente tuvimos que hacerle frente con una siega selectiva, arrancando a mano todos los tallos que nacían. Tras dos años de arrancar y arrancar conseguimos que desapareciesen completamente las semillas de cebada. 

Otra de las cosas que no supimos medir bien era el agua. Según nuestros vecinos habíamos regado demasiado poco. Esa era la explicación que encontraban a que todas nuestras plantas fuesen tan pequeñas, tan mínimas que por ejemplo nuestras primeras coles de Bruselas se utilizaron para decorar los huertos del Belén de Navidad de la Asociación de Vecinos, simulando ser repollos. Sólo el calabacín se nos dio bien el primer año.

Afortunadamente, temporada tras temporada, las cosas fueron mejorando. Fuimos enriqueciendo la tierra aportando compost hecho a partir de nuestros residuos vegetales y restos de excrementos de caballos de la zona. La tierra no sólo necesita agua, sino también nutrientes que compensen la perdida que se produce en la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantas y sus frutos. Descubrimos también qué era aquello que se nos daba mejor, y cuál era la época más adecuada para plantar o dar descanso a la tierra. Tras mucho trabajo, y gracias a los consejos de nuestros vecinos,  especialmente de Lolo (propietario de la huerta más impresionante que nunca hemos visto), y sobre todo a la dedicación y persistencia de Celina, hemos conseguido tener una tierra rica que nos permite disfrutar de nuestras propias lechugas, tomates, cebollas, patatas, judías, guisantes, ..., la mejor recompensa posible a todo este trabajo.

23.11.14

LETRAS. Surfing.










Es de agradecer a la editorial Taschen su interés por el surf. Aunque no hayan sido muchas las publicaciones que hasta ahora han editado dedicadas al surf, cada una de ellas es una maravilla. La primera fue el libro de fotografías de Leroy Grannis (también los calendarios y agendas con estas imágenes), después Surfing de la serie Icons y el penúltimo la biografía de Bunker Spreckels.

La última de sus publicaciones es una edición extendida de Surfing, con 365 imágenes y citas sobre surf para cada uno de los días del año.

El libro, además de fotografías de Leroy Grannis, Jeff Divine o Art Brewer, reúne anuncios, dibujos, carteles de películas y fotografías de objetos que han utilizado la iconografía del surf. Así que a quién le guste este tipo de libros, la compra resulta totalmente recomendable.

19.11.14

HISTORIAS. El descubrimiento del Pico de Patos (revisado).



Hace dos años contamos en el blog, aunque no con demasiada fortuna, cómo fue el descubrimiento del Pico de Patos, una de las olas más conocidas y concurridas de la costa gallega. El texto intentaba ordenar lo que la familia Irisarri, Nicolás Pita y Ángeles Vega me habían contado sobre aquel descubrimiento, una historia de la que eran protagonistas una serie de surfistas australianos y neozelandeses que visitaron Patos, sucesivamente, a mediados de los 70, y que abrieron el paso a los surfistas locales a las olas del Pico.

Tras un primer borrador y una nueva entrevista con los protagonistas, conseguí cerrar un texto que me pareció coherente y narrativamente muy interesante, por lo que me decidí a publicarlo antes de contrastar todo lo que allí contaba. A los pocos días, Alberto Irisarri me aportaba una serie de comentarios al texto que cambiaban la sucesión de hechos que yo contaba. Gracias a sus aportaciones, y pasado un tiempo, creo que por fin he podido relatar con precisión, aunque con el grado de incertidumbre que siempre introduce el paso del tiempo, cómo fue realmente el descubrimiento del Pico de Patos.

Si el texto publicado hace dos años lo acompañamos con imágenes grabadas del Pico de 1982, la versión revisada se complementa visualmente con un vídeo, facilitado por el propio Alberto, que recoge uno de aquellos primeros baños, aunque en este caso en la ola de Prado, en el año 1977. Así que esta es la historia.


Posiblemente en la playa de Patos, y más que en ninguna otra ola gallega, el papel de personas venidas de otros países ha sido transcendental en el desarrollo del surf. Fue un extranjero desconocido el que en el año 1969 demostró a Víctor Montenegro que Patos era una playa en la que efectivamente se podía hacer surf. Años más tarde fueron un grupo ed australianos los que, durante una estancia de más de tres meses, mostraron a los primeros surfistas vigueses las posibilidades que el surf tenía como deporte. Y por último, primero un grupo de neocelandeses, y definitivamente un nuevo grupo de australianos, los que descubrieron para los surfistas locales las bondades del pico de Patos.

José Irisarri.- Tras aquel primer surfista de procedencia desconocida que sirvió de impulso a Víctor Montenegro para traer una tabla de surf a Patos en el año 1969, los siguientes surfistas extranjeros que pasaron por aquí, y de los que se tiene constancia, fueron unos australianos a los que nosotros no llegamos a conocer.

Alberto Irisarri.- Situamos su llegada en algún verano entre los años 1972 y 1974, antes de que nosotros empezásemos a surfear.

José Irisarri.- Por lo visto eran tres, y se quedaron en Patos algo más de tres meses. Por lo que cuenta Nicolás, aquella gente era de lo más peculiar. Estaban de viaje conociendo el mundo, una práctica muy habitual entre los jóvenes australianos antes de terminar sus carreras universitarias y adentrarse en el mundo laboral. 

Nicolás Pita.- Recuerdo perfectamente el nombre de dos de ellos: Peter y Paul. Del nombre del tercero no me acuerdo. Verlos en el agua era una maravilla, ya que su nivel de surf era infinitamente superior al nuestro. Sólo comían pan y queso. Eran tabloneros y se pasaban todo el día en el agua. Los tres dormían con sus tablas dentro de la pequeña furgoneta Volkswagen en la que viajaban. Para caber acostados se colocaban alternativamente con la cabeza de uno en los pies del otro. Como en el interior no quedaba espacio, ponían las tablas en el techo de la furgoneta, y se amarraban el invento al tobillo, a través de una de las ventanas, para tener mayor seguridad de que nadie les rebose las tablas. 

José Irisarri.- Siempre nos hemos preguntado cómo alguien con su nivel de surf se quedó tanto tiempo en un sitio como éste. Posiblemente su larga estancia se debió al excelente trato que recibieron de Nicolás y Ángeles, que prácticamente los apadrinaron. De hecho, y según Nicolás, los tenían a todo trapo. 

Nicolás Pita.- Al parecer también fue fundamental que cuando llegaron a Patos estaban sin dinero. Una vez a la semana les dejábamos que viniesen hasta casa para ducharse, lavar la ropa, e incluso a dormir. Eran muy buenos chavales. Uno de ellos se puso enfermo, y como no tenían dinero, conseguimos que lo repatriasen de vuelta a Australia, gratis, en un barco de mercancías que partió desde Vigo. Pasados unos meses, y ya en casa, recuerdo que la madre nos escribió una carta para agradecernos nuestras gestiones y atenciones.

José Irisarri.- A los pocos meses de iniciarnos los hermanos en la práctica del surf, concretamente en octubre de 1976, tuvo lugar un acontecimiento que de algún modo vino a cambiar muchas de las ideas que teníamos en mente sobre el mar y el surf. Aunque a muchos les pueda parecer increíble hoy, no comenzamos a surfear en el Pico de Patos. Nadie lo hacia entonces. Tampoco nos lo habíamos planteado, y si lo hubiésemos hecho, seguro que todos habríamos pensado que aquello era una locura. Así que nuestros inicios en el surf fueron en la playa de Prado.

Recuerdo que era el mes de Octubre, pues ocurrió unas semanas antes de iniciar el curso e irme a Santiago a estudiar. Había entrado una de esas marejadas que presagian el inicio del otoño, de modo que en la playa había un maretón considerable. De repente aparecieron en la playa unos extranjeros, que resultaron ser neozelandeses. Iban de camino hacia Portugal, y en medio de la ruta habían parado en Patos. Me llamó especialmente la atención que uno de ellos cogía las olas en drop-knee, como George Greenough. Era muy bueno. Pero lo realmente increíble fue que no entraron a coger olas en la playa, como hasta entonces lo habíamos hecho nosotros, sino que se dirigieron directamente hacia la zona de rocas que hay a la izquierda. Y la verdad es que ni se lo pensaron. Tal cual llegaron, pararon la furgoneta, se cambiaron, y fueron directos al Pico. Para mí aquello era alucinante, como si viera marcianos entrando en el agua. Tras el baño fui a hablar con ellos para interesarme de dónde eran, y charlar un rato con surfistas de verdad. Estuvieron en Patos un par de días, hasta que bajó el mar.

Sin embargo aquello nos pareció una anécdota, algo excepcional, la acción de unos locos, por lo que nosotros seguimos sin plantearnos entrar allí a coger olas. Hasta que un año más tarde, en 1977, y esta vez un grupo de australianos, entraron  también al Pico en lugar de a la playa.

Suso Irisarri.- Recuerdo perfectamente que era en el mes de septiembre, pues nosotros estábamos ya en Madrid preparando los exámenes. La noticia la recibimos en Madrid vía telefónica de Alberto, que visiblemente alterado nos contaba cómo unos australianos habían surfeado en un lugar que a nosotros aún nos parecía inaccesible.

-¡¡Han llegado unos extranjeros derrapando con una furgoneta. Han aparcado en la playa de los Pescadores, y se han ido a hacer surf a las rocas!!.
-¿Cómo que a las rocas?
-Si, a las rocas de Monteferro.
-Pero cómo, ¿qué van a hacer surf en la playa de los Pescadores? ¿Qué pasa con las rocas?

Alberto Irisarri.- Los australianos se quedaron aquí unos días, hasta que desapareció la marejada y tras cansarse de esperar otra. Con el camino abierto, y la confianza de hacerlo acompañado por ellos, a los dos o tres días después de su llegada entramos también al Pico, surfeando con ellos. Recuerdo que el mar ya  había bajado bastante de tamaño, pero aún había una olita decente.

Vicente Irisarri.- Uno de ellos tenía una maña especial con los animales. Me acuerdo de una vez que vino a nuestra casa y Zappa, nuestra perra, salió como una fiera al ver a un desconocido entrar en la finca. No sabemos cómo lo hizo, pero simplemente con la mirada la paró en seco, cuando casi nos imaginábamos lo peor.

Suso Irisarri.- Las semanas que transcurrieron desde la llamada de Alberto hasta que volví a Vigo las viví con cierto nerviosismo. Se había descubierto un nuevo sitio para surfear, delante de casa, y que por las conversaciones parecía ser mucho mejor que el que hasta entonces había sido nuestro lugar de baños. Recuerdo perfectamente el primer día de olas en el que me metí allí, con la Freedom. Aún existe una película de entonces.

José Irisarri.- La izquierda de Monteferro tardamos aún uno o dos años en descubrirla. Yo fui el primero en cogerla un día de olas grandes, y recuerdo la expresión de Nicolás cuando salimos del agua. Tal era su sorpresa que consideró que aquello que acababa de hacer era algo heroico, y recuerdo perfectamente que entre sus exclamaciones me llegó a decir que era como el Duque (Duke Kahanamoku).

Vicente Irisarri.- Descubrir el Pico supuso para nosotros una rotura total de esquemas. Nos dio la oportunidad de conocer y distinguir la diferencia entre una ola que rompe sobre fondo de roca, y las que lo hacen sobre fondo de arena.

Suso Irisarri.- Se abría todo un mundo lleno de posibilidades y con condiciones cambiantes. Comenzamos, por ejemplo, a tomar conciencia de la importancia de las mareas, cuestión que hasta entonces para nosotros no era demasiado relevante. La marea alta, la marea baja, pasaban a formar parte de nuestras vidas. Hasta entonces, y para nosotros, el surf había sido en exclusiva en la playa, con las limitaciones que eso suponía: básicamente nos conformábamos con bajar las olas de frente, como una flecha en dirección a la orilla, ya que a parte de las fotografías, nunca habíamos visto a nadie ladear en esas olas. El Pico cambió para siempre ese percepción.

16.11.14

HISTORIAS. Veo olas # 5.


Más que olas,
lo que veo son series
perfectamente ordenadas
acercándose a la costa.

¡Qué ganas de ir al agua!

Mañana toca.