28.9.15

HISTORIAS. El nose.


Hace un par de meses, y en dos días seguidos, me abrí la ceja izquierda surfeando. La primera vez estaba remontando cuando una orillera se levantó delante de mí. Remé con fuerza para pasarla con el tablón por arriba, pero llegué tarde: el labio me golpeó en la frente. El golpe fue fuerte, como otras veces, pero de pronto la visión del ojo izquierdo se tiño de rojo. ¿Fue sólo el labio de la ola lo que me había golpeado?. La verdad es que espero que no, porque sino vaya labio. Me imagino que además del agua, lo que me debió de golpear fue algún trozo de madera o algo por el estilo que iba con la ola y que no vi. Mala suerte.

Al día siguiente me salí de una ola lanzándome hacia delante. Cuando saqué la cabeza del agua, la punta del tablón vino directa contra mi cara. Este golpe fue más fuerte y además de un segundo corte, más cerca del lagrimal, lucí durante algo más de una semana un ojo medio morado. Menos mal que la punta del longboard es redondeada, porque si llega a ser una "normal", de esas afiladas, el resultado hubiese sido mucho peor. También es cierto que a lo mejor con otra tabla no me hubiese pasado.

Pensando en casa sobre mi mala suerte de esos días, me acordé de un artículo publicado en el Surfer's Journal, escrito por Andrew Crockett, en el que se reflexionaba sobre si tiene sentido que se fabriquen tablas con una proa de forma muy afilada. ¿Realmente esa forma aporta algo a la tabla, o es sólo una cuestión estética? En el artículo se recogían las opiniones de varios shapers reconocidos, y la del propio Andrew:

"Era un día tranquilo y de olas amigables en Byron Bay. Estaba sentado sobre mi longboard tras la rompiente. Vi a un surfista, de unos 35 años, remando una ola que le llegaba por la cintura. En el momento en el que la ola rompió, se cayó, y la punta de la tabla le golpeó en la cara. Salió a la superficie con la mano tapándose el ojo derecho. Se quitó el invento del tobillo y entonces pude ver como con su mano sostenía su globo ocular: se le ve había salido de la cavidad. Una semana más tarde leí en el periódico que aquel surfista había perdido su ojo.

La tabla en cuestión era una de esas tablas que ahora están tan "de moda": seis pies, punta afilada, de tres quillas, como las que utilizan la mayoría de los surfistas profesionales. Aquel surfista, al igual que la mayoría de nosotros, nos empeñamos en utilizar tablas que imitan a las de los profesionales".

"Las lesiones causadas por la punta de las tablas pueden ser muy peligrosas", comentaba en ese mismo artículo George Greenough. "Con este tipo de puntas tan afiladas, tienes toda la masa de la tabla concentrada en un área muy pequeña, cuyo final, además, está reformado por un alma de madera recubierta de fibra. Un golpe contra ella en un ojo supone casi seguro una lesión grave. ¿Cuántos padres compran a sus hijos este tipo de tablas preocupados solo por las modas y sin pensar en su seguridad? Existe una manera fácil de resolver en buena parte el problema: coge el tapón de una botella de al menos 75 mm de diámetro, y colócala en el nose de la tabla. Dibuja una línea rodeándola y verás las superficie que sobra y que tienes que cortar. De esta manera, y en caso de impacto, la fuerza se repartirá entre una superficie mayor, reduciendo la probabilidad de lesiones graves. Además la tabla surfeará mejor porque, de esta manera, has reducido además de su peso, la resistencia al viento. Además te dará mayor confianza para probar nuevas maniobras y reducirá la probabilidad de que te dañes a ti mismo y a otros".

"Desde el punto de vista del diseño", contaba Chris Brock, "no tiene ningún sentido shapear las tablas con una punta tan afilada. De hecho yo siempre he shapeado mis tablas con la punta redondeada en base a conceptos que sólo tienen en cuenta el rendimiento. Estas tablas te permiten hacer giros más cerrados. De hecho, muchos de los que surfean con mis tablas de nose redondeado dicen sentirse estúpidos cuando vuelven a surfear con sus tablas de punta en forma de tiburón". Esta opinión es también compartida por Shaun Tomson: "las tablas se fabrican con puntas finas únicamente por una cuestión estética. Redondear la última media pulgada no tiene ningún tipo de influencia negativa. Un nose puntiagudo es peligroso. Parece mentira que muchos surfistas estén dispuestos a sacrificar su seguridad por apariencia".

Para Bob McTavish, "las tablas con punta afilada no tienen sentido. George Greenough me hizo pensar sobre ello hace 20 años, y desde entonces intento que mis diseños no tengan puntas peligrosas. De hecho puedo decir que el 99 % de mis tablas están diseñadas con puntas seguras".

Otro de los shapers consultados era Geoff McCoy: "Durante décadas se han hecho tablas con punta afilada por la potencia, imaginaria, que se creía asociada a estas formas. A que la gente se lo creyese han contribuido mucho las grandes marcas a través de sus campañas de publicidad. Los dueños de las tiendas, que normalmente no tienen ni idea de diseño de tablas, compraban para sus tiendas sólo aquello que aparecía en la publicidad, de modo que durante años la gente prácticamente sólo ha tenido acceso a tablas con diseños como los empleados por los profesionales, tablas por otro lado, muy alejadas de las necesidades y el nivel de un surfista normal. Por esta razón dejé de vender mis tablas en las surfshops, y solo acepto pedidos directos. Esta gente, a la que solo le importa la imagen y ganar dinero, no han beneficiado en nada al diseño de tablas de surf. Y lo que es más importante: parece no importarles el daño que estos diseños han producido a mucha gente. He shapeado un montón de tablas con la punta redondeada, y esos diseños han sido empleados por algunos de los mejores surfistas en algunas de las mejores olas del mundo. He llegado a comprobar por mí mismo que las puntas afiladas en una tabla son en realidad disfuncionales, es decir, no aportan nada".

En los 90, George Greenough propuso a la Australian Safety Standard el establecimiento de unas medidas mínimas a tener en cuenta en la fabricación de tablas bajo el concepto de seguridad. Su propuesta se centró en las dimensiones del nose: 75 mm de diámetro, vista la tabla desde arriba, y 12 mm de grosor. Su propuesta no fue aceptada. 

Afortunadamente, y aunque no exista esa obligatoriedad, este puede ser un criterio que cada uno de nosotros puede tomar como referencia a la hora de comprar una tabla que no tenga una punta peligrosa. Creo que de las mías, salvo el longboard, ninguna la cumple.

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